tic tac

[Es extraño ver como cambia tan rápido nuestra forma de ver el mundo, y con ella la forma en la que vemos las cosas que hicimos o como éramos. Para muchos será lo que leímos, cierta película que vimos, y para mí, hoy, lo que escribí.]

***

Son las doce de la noche de un jueves que acaba o de un viernes que empieza. No lo sé bien. Solo sé que he venido aquí a observar, a ver el tiempo pasar, a ver como eso que nunca volveré a recuperar se me resbala entre los dedos como si de arena fina de una playa desierta se tratara. Solo sé que he venido aquí a olvidar, a olvidar esos amores que fueron durante un rato o que nunca fueron, a olvidar las risas que quedaron atrás, risas que no volveré a disfrutar con personas a las que nunca volveré a mirar. Solo sé que he venido aquí a recordar, a recordar a las personas que un día estuvieron ahí, a recordar a las personas que no se irán jamás.

¿Y si te digo que ya pasaron dos horas? Que el tiempo vuela y no nos damos cuenta. Porque miramos al suelo, al cielo, miramos en todas direcciones menos al tiempo mismo. Y por eso, daría lo que fuera por repetir cada uno de los momentos que he vivido contigo, volver a vivirlos minuto a minuto; hacerlos eternos.  Hacer que se queden grabados en mi memoria, grabados en la historia. Que si alguien los ve como si de una película se tratara le dé a pause  justo en el momento en el que tu mirada se junta con la mía, en el que mis ojos encuentran a los tuyos, justo en medio de esa carcajada, y que ni el espectador, ni tú, ni yo nos acordemos del porqué de la sonrisa, solo de esa mirada cómplice que la acompañaba.

¿Y si ahora solo ha pasado un minuto? ¿Y si el tiempo se ha ralentizado como el día en el que te conocí? Es extraño como antes vivía pendiente de las manecillas de ese reloj, tic tac, que marcaban el tiempo, tic tac, que marcaban el principio de un día y el fin de otro, tic tac. Y dejó de sonar. Dejó de sonar porque dejé de escucharlo. Porque en el preciso instante en que me miraste, que clavaste esa mirada tan tuya en mí y me sonreíste e hiciste que sonriera, el reloj dejó de sonar, dejó de tener importancia. Porque el paso del tiempo que antes era largo ahora es efímero. Y sin embargo esa rapidez hacia que lo viviera, que lo sintiera como si de años en minutos se tratara. Entonces lo supe, te conocí y el reloj dejó de hacer tic tac.

Pero ahora estoy aquí, observando, olvidando, recordando y en todos y cada uno de ellos me acuerdo de ti. Imagino tu retrato en mi cabeza, justo con esa sonrisa, justo con esa mirada y saboreo lo que siento al pensar en tu nombre, al pronunciarlo. Me dejo llevar por la emoción que me llena al pensar en cuanto te amo.



Pienso en que haría si todo hubiera ido más lento, más rápido, si todo hubiera ocurrido otro día, si hubiera tenido el valor de decirte todo esto entre carcajadas, miradas, secretos que se escapan... 
Y ahora soy yo el que se recrea en ese recuerdo, en esa mirada pasada.

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