Jordi

23 de abril. 

Me gustan los contrastes, el puro blanco y el oscuro negro. El cielo y la tierra, el fuego y el mar. Me gusta besar con los ojos abiertos y que mi pareja los cierre. Me gusta soñar despierto. Pensar en voz alta. Nunca dejarme las lentejas aunque no las quiera. 

Me gusta vestir de rojo y llevar algo rosa. Me gusta columpiarme en el parque, aun siendo ya demasiado mayor para ello. 

Adoro viajar, sin moverme del sitio. 
Y por eso, me gusta el 23 de abril. 

Tres días antes, el día de esa canción, ahora es el turno del libro, de los libros, porque ¿quién puede leer solo uno? ¿Quién puede quedarse en la incertidumbre de una primera parte?

Soy mago, actor, estoy muerto y resucitado. Soy inmortal, soy un vampiro, soy el único hombre vivo del mundo. He viajado al centro de la tierra, al fondo del mar, he volado por todo el mundo, nunca he vivido en un solo lugar, vivo en castillos centenarios, llevo una pistola en el lejano oeste, soy presidente, o un superviviente. 

Me gusta Sant Jordi. Me gusta que se regale una rosa y un libro. Me gusta que la rosa se marchite con el paso de los días, caen sus pétalos, pero somos humanos, no figuras, y, por eso, volamos. El libro, en cambio, un tesoro, un recuerdo, inmortal, un viaje más. Es el eterno contraste, algo efímero junto a la eternidad. 
Te quiero, te amo, y por eso te regalo la rosa, y, más valioso aún, el libro. 
Leer nos hace libres, amar, también.

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